El trastorno bipolar (anteriormente conocido como trastorno maníaco-depresivo) afecta a unos 60 millones de personas en todo el mundo, por lo que es muy probable que usted o alguien que conoce se vea afectado por él. Pero a pesar de que el trastorno bipolar es tan común, muchos de nosotros lo malinterpretan.
El trastorno bipolar se caracteriza por períodos alternados de manía («altibajos») y depresión («mínimos»). Estos difieren en intensidad de los cambios de humor normales, y esta intensidad es a menudo el primer indicador de que algo anda mal. Si bien la edad promedio de aparición es a los 25 años, los diagnósticos erróneos son extremadamente comunes en los pacientes. Esto se debe en gran parte a que las personas buscan ayuda para los síntomas depresivos y no mencionan los síntomas maníacos, ya que la manía generalmente no se siente mal.
La manía bipolar es un período de altibajos extremos. Durante un episodio maníaco, una persona puede estar inquieta, agitada y extremadamente enérgica. Pueden hablar más rápido de lo normal, cambiar de tema con frecuencia y ser muy seguros de sí mismos. Además, a menudo pueden pasar días con muy poco sueño y no experimentar fatiga.
La depresión bipolar se encuentra en el extremo opuesto del espectro. Esta depresión puede durar semanas o meses en algunos casos, y se caracteriza por cambios en los patrones de sueño (insomnio o fatiga extrema), falta de motivación, vacío extremo y pensamientos (o acciones) de autolesión o suicidio.
El trastorno bipolar se puede dividir en dos categorías principales: bipolar I y bipolar II:
- Bipolar I – Este tipo de trastorno bipolar se considera el más grave y se caracteriza por al menos un episodio maníaco y un episodio depresivo. Los episodios varían en duración desde un período de al menos una semana hasta varios meses.
- Bipolar II – Bipolar II está indicado por al menos un episodio depresivo y episodios de hipomanía. La hipomanía es un tipo de manía menos grave, pero sigue siendo lo suficientemente grave como para afectar la vida cotidiana.
La principal causa conocida del trastorno bipolar es la genética. Las personas que tienen al menos uno de los padres con trastorno bipolar tienen entre un 10 y un 15% más de probabilidades de desarrollar el trastorno por sí mismas, y esa probabilidad aumenta al 30-40% si ambos padres sufren de trastorno bipolar. Los estudios de gemelos muestran una fuerte evidencia de que la genética juega un papel importante en el desarrollo del trastorno bipolar.
El tratamiento para el trastorno bipolar consiste en medicamentos, como estabilizadores del estado de ánimo, y terapia psicológica, específicamente terapia cognitivo-conductual (TCC). Con un tratamiento constante, los pacientes bipolares a menudo ven alguna mejoría en los síntomas, a veces incluso un par de meses después de comenzar la medicación.
El trastorno bipolar es una enfermedad muy grave que afecta a muchas personas en todo el mundo. Le debemos a nuestros amigos, nuestras familias y a nosotros mismos educarnos unos a otros sobre este trastorno y hacer lo que podamos para ayudar a los que lo padecen.
Si usted o alguien que conoce está buscando información sobre el trastorno bipolar, comuníquese con nuestra clínica de psicología privada de Sabadell aquí.