ADHD y las amistades: una mirada desde la perspectiva psicológica
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una condición neuropsicológica que afecta a personas de todas las edades. Se caracteriza por dificultades en la atención, la impulsividad y la hiperactividad. Una de las áreas en las que se ven impactadas las personas con TDAH es en el ámbito de las relaciones sociales y, más específicamente, en las amistades.
Las personas con TDAH pueden tener dificultades para establecer y mantener amistades estables. Esto se debe en parte a la naturaleza impulsiva e inatenta del trastorno, lo cual puede hacer que la persona tenga dificultades para prestar atención a las necesidades emocionales de los demás y controlar su propia conducta. Además, las personas con TDAH pueden mostrar comportamientos hiperactivos que pueden resultar abrumadores o irritantes para sus amigos.
Dado que el TDAH puede afectar la capacidad de la persona para leer y comprender las señales sociales, puede resultar difícil para ellos interpretar las sutilezas de la comunicación no verbal y comprender las emociones de los demás. Esto puede llevar a malentendidos y conflictos en las relaciones amistosas. Por ejemplo, una persona con TDAH podría tener dificultades para leer las señales de incomodidad en un grupo de amigos, lo que podría llevar a que se sienta rechazada o excluida.
Las personas con TDAH también pueden presentar dificultades para organizar y planificar actividades, lo que puede afectar su capacidad para mantener compromisos con sus amigos. Pueden ser olvidadizas o distraídas, lo que puede generar frustración en aquellos que esperan que cumplan con sus responsabilidades y promesas.
A pesar de estos desafíos, es importante destacar que las personas con TDAH pueden formar y mantener amistades significativas y satisfactorias. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar a las personas con TDAH a cultivar relaciones amistosas exitosas:
– Tomar conciencia de las propias dificultades y buscar apoyo profesional: Un psicólogo puede ayudar a la persona con TDAH a comprender mejor sus fortalezas y debilidades y brindar estrategias para lidiar con los desafíos sociales.
– Mejorar las habilidades de escucha activa: Poner atención plena en las conversaciones y expresar interés genuino en los demás puede tener un impacto positivo en las relaciones. Practicar técnicas de escucha activa, como el contacto visual y la recapitulación, puede ayudar a mejorar la comunicación.
– Establecer rutinas y utilizar herramientas de organización: Adoptar una estructura y organización puede ayudar a las personas con TDAH a mantener compromisos y citas con amigos. Utilizar agendas, alarmas o recordatorios visuales puede ser de gran ayuda.
– Buscar actividades compatibles con los intereses y habilidades propias: Participar en actividades que sean de interés y en las que la persona con TDAH se sienta competente puede facilitar el establecimiento de amistades. Por ejemplo, unirse a un club o grupo social con temáticas afines puede ayudar a conocer a personas con intereses similares.
– Comunicación abierta y honesta: Expresar abiertamente las dificultades y necesidades propias puede fomentar la comprensión y empatía en las amistades. Explicar a los amigos cómo el TDAH afecta a la persona y qué apoyo específico se puede necesitar puede crear una base sólida para una relación duradera y saludable.
En resumen, el TDAH puede presentar desafíos únicos en el ámbito de las amistades, pero con el apoyo adecuado y la implementación de estrategias efectivas, las personas con TDAH pueden establecer y mantener relaciones amistosas significativas y enriquecedoras. La comprensión y empatía de los amigos y el trabajo conjunto pueden marcar la diferencia en la vida de una persona con TDAH, brindándoles un apoyo invaluable en su camino hacia una vida social plena y satisfactoria.
Bibliografía complementaria:
– American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). 5ta edición. Amer Psychiatric Pub Incorporated, 2013.
– Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. Terapia cognitiva de la depresión. 2da edición. Paidós, 1997.
– Freud, S. La interpretación de los sueños. Amorrortu editores, 1900.
– Linehan, M. M. Terapia dialéctico-comportamental para el trastorno límite de la personalidad. Paidós, 1993.
– Piaget, J. La construcción del pensamiento matemático en el niño. Gedisa, 1964.
– Skinner, B. F. Sobre el conductismo. Paidós, 1974.
– Yalom, I. D. Psicoterapia existencial. Herder Editorial, 1980.