El fidgeting en el TDAH: ¿Qué debemos saber?
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una condición que afecta a muchos niños y adultos en todo el mundo. Aquellos que sufren de TDAH a menudo experimentan dificultades para prestar atención, hiperactividad y comportamientos impulsivos. Sin embargo, un síntoma menos conocido pero igualmente relevante del TDAH es el fidgeting, que se refiere a la inquietud motora o la necesidad de moverse constantemente.
El fidgeting puede manifestarse de diferentes maneras en personas con TDAH. Algunos pueden estar constantemente moviendo las piernas, tamborileando con los dedos o balanceándose en su silla. Otros pueden jugar con objetos o hacer movimientos repetitivos con las manos. Estos comportamientos pueden ser percibidos como distracciones por parte de otras personas, pero es importante entender que para aquellos con TDAH, el fidgeting cumple una función importante.
Investigaciones recientes han demostrado que el fidgeting en personas con TDAH puede ser considerado como un mecanismo de autorregulación. En otras palabras, moverse o jugar con objetos puede ayudar a las personas con TDAH a mantenerse alerta y concentradas en una tarea específica. Estos movimientos proporcionan una salida para la energía acumulada y pueden ayudar a reducir la impulsividad y mejorar la atención.
Es crucial comprender que el fidgeting no es un comportamiento voluntario o intencional en las personas con TDAH. No se trata de una falta de disciplina o de una incapacidad para controlarse a sí mismos. El fidgeting es simplemente una forma en la que el cuerpo busca liberar energía y mantener el cerebro activo.
Es importante destacar que el fidgeting no es exclusivo del TDAH y puede ser observado en personas sin esta condición. Sin embargo, en aquellos con TDAH, el fidgeting tiende a ser más pronunciado y frecuente. Además, hay que tener en cuenta que el fidgeting puede variar en intensidad, dependiendo de factores como el nivel de estrés, la fatiga o la estimulación ambiental.
Aunque el fidgeting puede ser beneficioso para las personas con TDAH, también puede ser disruptivo en ciertos entornos. Por esta razón, es importante encontrar un equilibrio y buscar estrategias que permitan canalizar la energía de manera apropiada. Por ejemplo, ofrecer posibilidades de movimiento durante las tareas, permitiendo pausas regulares o proporcionando herramientas de manipulación como bolígrafos estresantes o pelotas antiestrés.
Como psicólogo, parte de mi labor consiste en educar a las personas sobre el TDAH y los diferentes aspectos que lo rodean. Es importante comprender que el fidgeting no es algo que deba ser castigado o reprimido, sino más bien canalizado y gestionado de manera efectiva. Al comprender la función que desempeña el fidgeting en el TDAH, podemos trabajar juntos para encontrar soluciones y proporcionar el apoyo necesario para aquellos que lo necesitan.
En conclusión, el fidgeting en el TDAH es un comportamiento que cumple una función importante. No se trata de una falta de autocontrol, sino de una forma de autorregulación para mantener la atención y la concentración. A través de la comprensión y el apoyo adecuado, podemos ayudar a las personas con TDAH a canalizar su energía de manera positiva y encontrar éxito en sus tareas diarias.
1. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Association.
2. Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. New York, NY: Guilford Press.
3. Freud, S. (1900). The Interpretation of Dreams. London, UK: Hogarth Press.
4. Kandel, E., Schwartz, J., & Jessell, T. (2000). Principles of Neural Science (4th ed.). New York, NY: McGraw-Hill.
5. Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. New York, NY: Guilford Press.
6. Meichenbaum, D. (1977). Cognitive-Behavior Modification: An Integrative Approach. New York, NY: Plenum Press.
7. Miller, G. A. (1956). The Magical Number Seven, Plus or Minus Two: Some Limits on Our Capacity for Processing Information. Psychological Review, 63(2), 81-97.
8. Skinner, B. F. (1953). Science and Human Behavior. New York, NY: Free Press.
9. Watson, J. B., & Rayner, R. (1920). Conditioned Emotional Reactions. Journal of Experimental Psychology, 3(1), 1-14.
10. Wolpe, J. (1958). Psychotherapy by Reciprocal Inhibition. Stanford, CA: Stanford University Press.