La defensividad es un mecanismo psicológico que utilizamos para protegernos de amenazas percibidas. Es una respuesta natural que todos experimentamos en ciertas situaciones, y puede manifestarse de diferentes maneras, como el bloqueo emocional, la negación de los hechos o la actitud defensiva.
Cuando nos sentimos atacados o criticados, nuestra primera reacción puede ser la de ponernos a la defensiva. Esto ocurre porque nuestro cerebro tiene una respuesta de lucha o huida ante las situaciones amenazantes, y la defensividad es una forma de lucha para proteger nuestra imagen o autoestima.
Sin embargo, la defensividad puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones personales. Cuando nos volvemos defensivos, cerramos nuestras mentes a la posibilidad de aprender y crecer. Además, podemos crear barreras de comunicación con los demás, ya que nuestras reacciones defensivas pueden ser interpretadas como falta de empatía o incapacidad para aceptar críticas constructivas.
Es importante recordar que la defensividad no es una característica innata de la personalidad, sino más bien un patrón de conducta aprendido. A lo largo de nuestra vida, hemos desarrollado diferentes estrategias de defensa para protegernos de situaciones que percibimos como amenazantes. Estas estrategias pueden estar arraigadas en experiencias pasadas o en la educación recibida.
Para superar la defensividad, es fundamental ser consciente de nuestra propia conducta y de las situaciones en las que solemos reaccionar de forma defensiva. La autoobservación nos permitirá identificar los patrones de comportamiento y las creencias que nos llevan a esa actitud defensiva.
Además, es importante trabajar en nuestra habilidad para aceptar críticas y opiniones divergentes. Esto implica reconocer que todos tenemos puntos de vista diferentes y que la crítica no es necesariamente un ataque personal. Aprender a escuchar y reflexionar sobre los comentarios de los demás nos permitirá crecer y mejorar como personas.
Asimismo, es útil desarrollar habilidades de comunicación asertiva, que nos permitan expresar nuestros pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa, sin caer en actitudes defensivas. La comunicación asertiva nos ayudará a establecer límites claros y a expresar nuestras necesidades de manera efectiva, sin dejar que la defensividad se interponga en nuestras relaciones.
En resumen, la defensividad es un mecanismo psicológico común que utilizamos para protegernos de amenazas percibidas. Sin embargo, esta actitud puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones personales. Para superar la defensividad, es importante ser conscientes de nuestra conducta, trabajar en aceptar críticas y desarrollar habilidades de comunicación asertiva. De esta manera, podremos construir relaciones más saludables y enriquecedoras.
Aquí tienes una lista de bibliografía complementaria sobre Psicología y Psiquiatría:
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